Monday, February 27, 2006

Nostalgia salada

Tanta agua nunca había visto yo, como no fuera salada. Es una charca gigante, un espejo que refleja el gris azuloso del cielo orillado por una cordillerita de colinas blancas. Son trozos de hielo, nieves sobre nieves, que tienen curiosa forma de montañas –las únicas que hay por estos lados- y que se quiebran cuando los ingenuos tratan de escalarlas. Hay hasta guijarros de hielo.

Habemos muchos por acá que extrañamos las curvas seductoras de la tierra y que nos dejamos tentar por la pendiente cristalina y lisa del hielo traidor. Él intenta subir y cada vez que pisa se quiebra el vidrio transparente bajo sus pies. Cuando logro convencerlo de que es un espejismo, de que no es una colina, de que no se puede trepar; regresa. Viéndolo en tierra firme, me entran unas ganas locas de desafiar yo las leyes de la gravedad, de mirar desde lo alto de la colina como se extienden frente a mí, kilómetros y kilómetros, millas náuticas y litros y litros de agua.

Me entra nostalgia de horizonte y de ribera y me imagino sumergida con los cabellos flotando y el agua lamiéndome por todas partes. Pero no se cuán profunda puede ser la superficie en calma del agua sin sal. No se que habrá en el útero estéril del lago. Cadáveres de gaviotas congeladas, quizás, de esas rebeldes sin causa que se paran sobre el hielo convencidas de que están sobre una palmera. Peces, pero no de aquellos. El cielo a pedazos, sin nubes.

Me voy a ver el mar en una semana más. Me voy a ver el agua que fluye ilimitada y viva. Un mar que es como un mar y no como un continente de agua. Me voy a ver las montañas, los paisajes irregulares donde el terreno sube y baja, irreprensible. El agua no es mar si le falta la sal, la tierra plana, sin declives ni protuberancias, no puede llegar a ser paisaje. Nadie ha logrado convencerme de lo contrario.

Saturday, February 25, 2006

Facsímiles inrazonables

1. Bueno, qué se yo. Digamos que la noche tuvo onda. Disfrazamos a la Niña y la llevamos al carnaval (Violeta, Amaya y yo, porque Ría se quedó con la versión mexicana de Romeo). Carnaval: esa versión, facsimile inrazonable, en el midwest. Bailamos, sambiamos, a lo "Chastity & the Town".
La Niña
2. Luego fuimos a casa de nuestro querido Zorba, "el Gay", para no descifrar su identidad, porque él es nuestra puta social. Bebimos vino, enrrolamos tabaco, escuchamos buena música (el hit fue la versión de Julieta Venegas de "El triste" de José José) y Zorba nos hizo gozar con su selección. Les confieso que en un momento dado Zorba puso una canción de Serrat y no me llegó la palabra Serrat a la mente, aunque sabía a quién escuchaba. Algo muy raro, en fin.
Antes, en casa de Zorba
Después. en casa de Zorba
3. Ibamos a ir a un sitio con nombre de animal andrógeno y, Amaya y Aura (la italiana) se fueron a dormir. Zorba y yo nos fuimos para la barra gay wannabe que celebraba noche de alternativos punk. Yo le dijé que igual y salía con jeva de la barra, pero cuando llegamos la noche era de punks pasándola bien en una barra gay, sin gays. Allí un muchacho disfrazado como de torero me dijo que yo era muy sexy, y yo le di la razón, pero le dejé de hablar, por la torerita. Nos encontramos con Criptor, apodo de otro de los boricuas perdidos en el Midwest. Bailamos punk. Nos encontramos con los amigos que nos consiguen las sustancias sicotrópicas, y nos fuimos a una fiesta de gente del Dept. de Cine.
¿ Carnaval?
4. Allí, me sorprendió el estilo de estos muchachos que estaban sentados tomando mate a las 4 a.m. en un apartamento de hermosa decoración marroquí. Todos eran gringos, by the way, menos Zorba y yo. Una de las chicas comentó que se va a estudiar a Toledo, y regresó esa nostalgia de lo que fue y lo que nunca será, pues hace tres años viví allí. Otra explicó que lo del mate era porque pasó las navidades en Chile. De repente, sacaron de uno de los cuartos a una muchacha, rubia como el resto de las chicas de la fiesta, y la cargaron hasta el sofá de la sala. Pensándolo bien, debieron dejarla en el cuarto. La muchacha tenía una de estas borracheras desastrosas que sólo en este país alcanzan con tan poca elegancia. Nunca he entendido qué es lo que hacen para llegar a esas condiciones: ¿mezclan? ¿beben aguantando la respiración? ¿ayunan antes de beber? ¿es un intento de suicidio de clóset? La chica deliraba y los amigos insistían con sonrrisitas medias llenas de inmadurez y cinismo fake que estaba bien, que ya se le pasaría. La nena decía "I just want to go home now". Hasta que ocurrió lo esperado. La muchacha hizo como una ballena y, bocarriba, expulsó su borrachera encima de la decoración marroquí y de...mi coat y mi abrigo que estaban en el mismo sofá sin que yo me diera cuenta. Zorba, todo un caballero, se fue al baño a limpiarme el coat con detergentes ajenos. Yo metí en una bolsa plástica el abrigo y comencé a pensar en cómo desinfectarlo. Los muchachos estilizados y sofisticados dejaron de beber mate y volvieron a convertirse en "undergraduates" del Midwest, disculpándose por tener a una ebria en su casa. Yo les decía que esa muchacha estaba mal, que en mi vida había visto algo tan desagradable, pero para ellos ésta era sólo otra borrachera para rememorar con orgullo sobre sus años en el Midwest. Zorba y yo nos fuimos.

Friday, February 24, 2006

En malprensado tono confesional

Los hombres que son distraídamente bellos o inteligentes me pueden. Sambea Moreno en medio del espacioso y blanco living con una medias/calcetines -o como quieran llamarlas/os- que tienen el elástico, que supuestamente las/os ajustaría al tobillo, tan estirado que sorprende. Con esas zapatillas indescriptibles, ajeno a las cámaras, sambea el muchacho.
Malprensado: de mala prensa (i.e., en argentino: mala fama)

O estrangeiro

Nos quejamos de los estereotipos. Incluso dentro del Departamento de Lenguas Romances, descubrimos personas que, encargadas de transmitir nuestra literatura, repiten el estereotipo cultural. Sonreímos. Exportamos a la academia lo que muchos de antemano quieren comprar: el realismo mágico y una imagen paralela a la de Carmen Miranda, quien, como todos sabemos hasta el hartazgo, representaba a Brazil com os seus olhos abiertos y desmesurados, su bunch de bananas en la testa y su portuguesa nacionalidad. No en todas las aulas, claro. A veces la distancia proporciona lucidez y claridad.
Esta mañana, en la puerta de la escuela de la Niña, había un grupo de 4 ó 5 personas. Algo muy extraño (y además, conversando). Escucho la palabra "costume" y hago el click evidente: Están hablando de esta noche de carnaval. ¿Qué escucho? "O yeah, bananas on our heads". Genial. Sambearé esta noche y tal vez los encuentre.
Maravilloso el video de Caetano joven cantando "O estrangeiro":

E eu menos estrangeiro no lugar que no momento
Sigo mais sozinho caminhando contra o vento

Maravilla de la contracultura:
Suelo decir que, si hubiese dependido de mí, Elvis Presley y Marilyn Monroe nunca se habrían convertido en estrellas.
En cuanto a Marilyn, como su papel de diosa de la belleza no nos parecía convincente e ignorábamos que ser norteamericana era una condición necesaria para que se convirtiese en una verdadera celebridad mundial, no veíamos en ella, más que una vulgar imposición comercial. La primera vez que la vi en la pantalla(interpretaba el papel de una niñera extravagante) fue en Río, donde viví un año cuando cumplí los catorce. Se me antojó sólo una rubia estereotipada que se había hecho famosa en Estados Unidos. Caetano Veloso, Verdad Tropical.
Después surgió la antropofágia y todo el asimilar. Y no soy la única. Me cuenta de un músico que en Buenos Aires jazzeaba y en New York meta folclór. No sé porqué me maravilló tanto. A los 19 yo tenía el pelo absurdamente corto y naranja y amaba -igual que C.- películas como "La Notte" de Antonioni. Pero el Niño está en esa edad en que si uno no se ilumina se vuelve influenciable y aunque mi confianza es total, mi resistencia también. Mientras tanto, resistir esperando el verano: mi destino el clishé y el estereotipo. Voy a Bahía con una mochila que solo tenga ropa blanca. Me han dicho que es así como se viste la gente ahí.

Monday, February 20, 2006

Crónica del 19 de febrero: Lo que tú viste

Si tú hubieses sabido habrías pensado que te hacía falta un poco de aventura. Pero si sabías, el vino de tercera y las “mentiritas” hicieron que se te olvidara. Fuiste a encontrarte con ella en el desvío que los condujo a tu casa. El plan se ingenió a oscuras, macabro, riéndose de ustedes que no prendieron la luz. A ella se le perdió un pendiente de la sorpresa, cuando supo que de noche te transformabas en animal marino, y cuando la dormiste, su corazón contrariado se rebeló porque le hubiera gustado que la fiesta no se terminara y por su naturaleza de corazón subversivo también. Entonces comenzó la verdadera aventura, porque entre risas y miradas cómplices tuviste que explicarles a todos los muñecos de papel que habías roto las reglas y que estabas allí junto a la evidencia para pagar por el crimen cometido. Pero no pediste perdón y bailabas de alegría ante tu pecado, que muy bien sabías que la Virgencita de la Guadalupe se acostaba con las siete potencias africanas en feliz orgía, y que Nuestra Dama, se moría de celos y se masturbaba mirando.

Friday, February 17, 2006

El mal gusto de evitar siempre la oscuridad

Pensaba narrar mi mal mal mal extrañamiento de estos días. Es decir, no la bella desautomatización de los formalistas rusos, que todo lo vuelve material poético, sino el total alejamiento. Por ejemlo, hay días en que ni la lengua entiendo. Cada palabra por separado, sí, pero las frases no tienen ningún sentido. Como la vuelta en que aparecí con una linda torta casera para el cumpleaños de la niña y en la escuela me dijeron: "What's that?" Nada de cosas caseras.
A la salida de una clase, Sara, mirando a una chica rubia que camina delante nuestro me preguntó seriamente: ¿Por qué usan tanto rosa? ¿Será por las Barbies? Mis carcajadas resuenan. Fue una semana buena, llena de películas. Y ahora en un texto de Juan Forn encuentro esto:
"Nunca pude adaptarme a los gringos. Gente muy vacía. Correcta y atenta, pero como una fruta sin sabor, no sé si me explico. La cuestión es que no supe adaptarme. Ni a ellos ni a sus costumbres: las llaves que giran al revés, la electricidad de esas sábanas y alfombras sintéticas que tienen allá, lo endeble de esas construcciones que levantan de un día para el otro en medio de la nada, el monótono sabor de la comida y esa manera de comer que tienen , en cualquier parte, hasta en el coche, siempre con la mano: son capaces de comer fideos con la mano, yo lo he visto. Pero lo peor era esa luz blanca, que se ve hasta con los ojos cerrados, a través de los párpados. No usan persianas ni postigos; no saben lo que es la oscuridad". (Juan Forn, Puras mentiras, Alfaguara, 2001)

El zapato negro

En la serie que nos antagoniza, cuando las protagonistas se deprimen van y se compran zapatos de $200. Cuando están hastiadas van y follan como las diosas con sus zapatos de mucho dinero. Nosotras cuando estamos desganadas nos intercambiámos los cinco trapos que tenemos. Cuando queremos follar, usamos la mano o, si bajamos los estándares, salimos con uno de estos insípidos que estará toda la noche repitiendo: "oh, what a cultural night". Esto si tenemos la suerte de pescar a un insípido. Muchos insípidos de este pueblo, incluso, no follan porque les da cargo de conciencia. Ría está considerando salir con un potencial insípido . Quizá me pide prestado mi zapato negro. El zapato negro me acompañó el día que fui a un restaurante con una decoración espantosa. Era la segunda vez que íbamos. La primera vez tampoco pagamos. Nos suelen invitar personas que nos quieren conocer o personas que quieren que conozcamos a alguien. Es el restaurante de negocios de la corporación universitaria. El zapato negro y yo no nos llevamos tan bien como parece. Realmente, me canso de él si lo tengo que usar por más de un par de horas. Además, lo calzo por necesidad, porque no tengo otro zapato negro que calzar. El zapato negro no es mi tipo. No es feísimo tampoco, pero no sería mío sino fuese porque era una ganga en una tienda de marcas famosas por mucho menos y necesitaba un zapato de su color. Mi relación con el lugar en el que vivo es parecida a la que tengo con el zapato negro. Estudio en un sitio famoso por mucho menos. Me canso del lugar con facilidad. Los sitios a los que me invitan son todos como el restaurante kitsh. Y así. Esperemos que el gringo de Ría no sea como el zapato negro.

Monday, February 13, 2006

The 25th Hour

La idea no es mía. O no del todo mía. Cuando tomamos el tren Chicago-South Bend, el que en ese entonces era mi chico me dijo que no podía dejar de pensar en La hora 25. Se refería al momento en el que el padre irlandés del protagonista, que es dealer, imagina que su hijo escapa y, que en vez de presentarse para cumplir su larga sentencia por tráfico de drogas, asume una nueva identidad en un lugar remoto y desconocido. De este modo, mientras el padre conduce al hijo a la cárcel, el paisaje se transforma en la posibilidad de huida. Por la ventanilla del auto se alejan y aparecen bares, estacionamientos y gente idénticos a los de estos pueblos del Midwest.

A veces, estar aquí es tan raro. Me pregunto cómo pude llegar a un lugar en el que su recóndita geografía es, en el cine, la única alternativa a la cárcel. Otras veces, y claro, relacionado con esto, recuerdo un cuento de Patricia Suárez en donde la protagonista dice que le parece estar viviendo una vida prestada y que en cualquier momento volverá a su casa, a su madre. Algo así.

Thursday, February 09, 2006

Muchas gracias de nada

El sábado fuimos a un concierto aquí en la Universidad. En esta oportunidad el concierto fue muy bueno, los músicos eran excelentes y tenían una apuesta que mezclaba música arabe, jazz y percusiones. En el intermedio me acerqué a ver los CD’s del grupo pero no tenía conmigo la plata para comprar uno. Mientras miraba me encontré con un profesor de mi departamento que es proveniente de Irak. Lo salude, comentamos que a ambos nos gustaba mucho el concierto y volví a mi asiento. El martes en mi “mailbox” encontré un sobre y en él una copia del CD. Me gusto mucho el gesto y por fin había conseguido el CD. El pensamiento posterior en mi mente fue, el hizo algo por mí de manera espontánea, algo que no sentía desde que llegué a este país. Después, en mi casa le escribí un escueto mail agradeciéndole el gesto. Hoy me lo encontré y me agradeció que alguien agradeciera lo que hace.

El fraude de la maestra de samba


Moverse es un lujo en estos días. Por lo mismo, pensé que matricularme en ese curso de danza brasileña sería una gran oportunidad para sacarme los monstruos del marasmo. Todo iba bien, había pagado la matrícula a tiempo. Nunca he bailado samba ni danza brasileña, aparte de unas clases de capoeira hace mil años, pero aun así, pensé que siendo de donde soy no iba a tener ningún problema para menearme más que la población media de esta ciudad, así que me matriculé en la clase intermedia. La profesora nunca nos dijo su nombre ni nos preguntó los nuestros. Bailaba sin nombrar los pasos y sin abordar a las bailarinas individualmente, como una mezcla de aeróbicos con coreografías de talent show. Entonces, llegó lo peor. En una canción nos dijo que teníamos que hacer un secuencia mientras nos mordíamos el dedo índice de la mano derecha, así como “sexy”. Como si fuera poco, en otra de las canciones quería que hiciéramos con la mano como si fuéramos “cowboys” haciendo un lazo con la soga sobre nuestras cabezas como si efectivamente fuéramos a cazar una vaca, porque la canción hablaba de los vaqueros del norte de Brazil. Fue en ese momento que decidí pedir el rembolso de mi dinero.

Pd. Hoy vi “It’s all true” de Orson Wells. La reconstrucción parcial de la mítica película filmada durante 1942, en Brazil, que la empresa de Rockefeller nunca le dejó terminar y cuya cinta apareció en el 1985, perdida en un almacén y rotulada con cualquier cosa. Las tomas, el detalle y cuidado fotográfico y los encuadres son de por sí un mito, esto sin mencionar el de los hombres de mar. La trama de la película era, según Times Magazine, la historia de un Ulises contemporáneo. Un poco distinta, en cambio: cuando Penélope tejía lo que hacía era una red para pescar
.
Escena de "It's all true", Orson Wells, 1942.

Tuesday, February 07, 2006

Sobre la mesa

¿Sabes lo que hay sobre la mesa del comedor de mi casa? Hay un recipiente de madera redondo. Adentro tiene dos mangós, dos melocotones, tres guineos y un plátano maduro. Los dos mangós y los dos melocotones son dos pares de tetas. Si tuviera que comparar uno de estos pares con las mías, diría que son los mangós. Porque los melocotones son demasiado redondos y suaves y parecerían tetas de anglosajona. Por default, entonces mis tetas son como dos mangós. Grandes, pero abstractas, tropicales, jugosas; lúbricas. Si los melocotones y los mangós son tetas, entonces los tres guineos son los bichos que nunca les he visto a tres gringos. Claro que, ya que estamos en esto, el plátano es el bicho tuyo, caribeño, que lo tienes bien grande.

Sunday, February 05, 2006

Peacock o esperanza y desilusión

Todas las ideas conducen al mismo lugar. Variaciones de un mismo tema. Nos dice, como algo tan sabido, que la repetición es todo, que en la música, la filosofía, la historia y la literatura la repetición es todo: esperanza y desilusión. Repito porque me obsesiono. Y vivir aquí no ayuda a evitar la obsesión.

Cuando vivía en la ciudad, me encantaba ir al cine sola, en especial a la primera función. Me parecía que mientras todos trabajaban, yo vivía. Pero que en el pueblo, a escasos 15 minutos de entrar a ver Peacock un amigo decida no acompañarme porque tiene que sacar fotocopias, me parece bastante desolador. Por suerte, la película es preciosa.

Ella tiene tres de las cosas que más gustan: una remera blanca, trenzas y una bicicleta. Está obsesionada con ser paracaidista, con saltar y caer. Pero no consigue entrar en la escuela aérea. China: revolución cultural, época pre-capitalista. Una mezcla de Family Catostrophe y Su Tong. Tiene una cara muy bella y la capacidad de hacer algo con su obsesión: cose un paracaídas y lo ata a su bicicleta. El paracaídas azul flota detrás mientras ella pedalea. Sonríe por primera vez. Sonríe y estira los brazos. Vuela.

Hacer con mi obsesión el estribillo de un poema. Repetir, por ejemplo: The one time my brother knew love.