Monday, April 23, 2007

Como ladrón en la noche, parte II

Lo encontramos por el olor, tal y como yo vaticiné, pero no lo podemos sacar de ahí. Se atragantó todo el veneno de pelotitas azules con sabor a salisbury steak y mashed potatoes con gravy. Se instaló a morir en el pie y medio de espacio vacío debajo de la casa, que es como una matriz que se ha secado. Se pudre y mientras más caliente la primavera, con más ánimos se pudrirá.

La verja que rodea la casa se ha venido abajo por secciones. Algo intenta trepar, invadir mi patio, observar por la ventana. Ese algo no es muy inteligente, hay una portezuela sin cerradura que da hacia el jardín; es innecesario encaramarse en el alambrado.

Yo digo que el cadáver huele a tocino, Sara que a pollo, Violeta que a marisco pasado.

Hoy ha venido el sujeto que hizo de jardinero las últimas dos veces. Ese que cuando vio a Sara por primera vez le saco la lengua en ademán de cantante de KISS. Ese que se apareció una mañana devolviéndome un cheque y pidiendo efectivo. Una mañana con suerte, debo añadir pues Rodrigo Díaz (de Vivar) dormía con nosotras y fue quien lo atendió. Le he dicho que no gracias, que no lo quiero rodeando mi casa toda la mañana con su máquina podadora de pasto, revisando las cerraduras de puertas y ventanas.

Anoche la ventolera anunciaba tormenta eléctrica, tornado u otro fenómeno atmosférico típico del Mediano Oeste. A las dos de la mañana me desperté de una pesadilla y no pude volver a dormir porque sentía que sus ojos me observaban por los vidrios transparentes de esta pecera. La sangre me hervía en el vientre. Me hice un sándwich de jamón y queso, me tomé un vaso de limonada, me pegué una ducha y nada. No fue hasta las cinco casi, cuando ya empezaban a cantar los pájaros, que me volví a dormir por unos minutos.

La sangre reventó en el vientre de Sara esta mañana, no en el mío. No dormiré porque me persiguen los fantasmas del muerto, porque me persiguen mis propios fantasmas. Se me han coagulado las venas mismas, una larga trenza como un cordón umbilical se me ha enroscado entre las piernas. Apesta a animal muerto.