Wednesday, May 23, 2007

Fuga o la última palabra


Me he visto obligada a posponer mi partida una y otra vez. Sigo aquí. Cada día más que paso en el Town es una aventura de esas que no tienen gracia pero que los lectores tanto disfrutan. Por suerte ya vendí a Rocinante, el auto del Town, y su nuevo dueño se lo llevó con todo y la batería nueva que me negué a comprarle durante este invierno. El nuevo dueño del auto huele mal y padece de esquizofrenia. Me mira a los ojos, me mira a las tetas, me mira a los ojos, me mira a las tetas, ojos, tetas, ojos, tetas... Como siempre...

Empaco una caja por día y a media tarde me da sueño. No tengo prisa. Se diría que no me quiero ir, pero no es eso.

Transcurro.

Hoy fui a la oficina de correo a echar dos cajas. La dirección estaba pegada con una tipo de cinta adhesiva que, según la empleada, se despega con facilidad. ¿Pues me pasas el teip para pegarla mejor? No ma’am. You would have to purchase a roll. Pero señora, yo tengo un rollo de teip en mi casa. ¿No me puede dar un pedacito? We are not allowed to give out tape. Pero es que yo no me voy a comprar un rollo de teip que vale seis dólares si sólo necesito diez pulgadas de teip para pegarle a la caja el papel con la dirección. I’m sorry ma’am. ¿Pero qué usted quiere que yo haga? ¿Que regrese con las dos cajas de 40 libras pa' casa a buscar mi teip? I’m sorry ma’am. I cannot help you with that. We’re not allowed to give out tape.

En una plazoleta dauntaun celebran un aquelarre los alternatives. Bailan descalzos la arritmia de sus tambores. Me hacen pensar en las plazas del resto del mundo donde mean los perros y la gente, los tecatos se pican las venas y es impensable descalzarse. Comienzo a comprender porque esta prohibido mear en la calle en este país, pero me detengo cuando me doy cuenta que también esta prohibido pasársela muy bien entre retumbes ancestrales. Circulan patrullas de policía como leones; si se ven muy felices bailando los van a sacar de allí. ¿Cómo serán las plazas de Suiza, el país más perfecto del mundo?

El cliente no siempre tiene la razón y, si se empeña en tenerla, le llaman a la policía. Eso le pasó al colombiano, que para colmo tiene pinta de que pertenece al régimen del Talib. Tres policías, dos patrullas. Él sólo quería cambiar unos audífonos que después de un par de meses no funcionaban.

Guardar, empacar, encajonar, desmontar, desmantelar, derrumbar son las últimas palabras de la Brevísima relación de la destrucción del Town.