Tuesday, January 30, 2007

Nostalgia nevada

Llevo toda la semana recordando París, tratando de recrear sus olores, sus sabores, como una Doña Flor. Ella, para quienes no lo sepan, es un personaje de Jorge Amado que ama a través de la cocina y dicen las chicas que se parece y que a mi. Pain au chocolat, crepes, las ventanas pobladas de flores gatunas y el acordeón de Amélie sorprendiéndome en el vagón de metro o en la esquina de la Mairie du Quinzieme.

No es mala actitud se los juro, yo también me llené de blancura de plumecitas nevadas, pero qué quieren que les diga, soy del trópico. Todos los días sueño con dormir con las ventanas de par en par, convivir con los anfibios y mecerme en maderadas mecedoras de mar abierto.

Aun así el Town me sorprende bromista con un sentido del humor resignado, pero alegre. Y Ría se ríe con los acentos extranjeros, con los gestos increíblemente tiernos, con las visitas, con el auto que patina como la Niña, con la pala para quitar el helado de coco caído del cielo de los caminos.
Ría se ríe, claro, porque Ría se va.