Sunday, January 28, 2007

Falling

Al principio están esos que nunca logran adaptarse
Pero que de alguna manera se las apañan.

Nos sorprendió la nevada, aunque lo hace cada año con su abundancia, que es lo más sensual que tenemos en el Town.
Queremos comerla, tocarla, arrojárnosla unos a otros, con cara de yo no fui. Hacer muñecos, esquiar, deslizarnos.

Parada en la noche, super sola en medio de la nada, hubiese jurado que me habían metido en uno de esos cositos que se dan vuelta y simulan la caída de la nieve, y que son protagonistas de tantas escenas cursis en las películas.

Fumar en los pasillos helados, comer comida india, escuchar la historia de un ratón, de alguien que no puede matarlo y que entonces lo lleva afuera, a unos 20 metros, digamos, convencido de que lo mejor sería colarlo por la ventana del vecino para que no regrese. Y que lo diga convencido.

Escuchar en la cocina la lista de obsesiones del nuevo amigo: ni fritos, ni beber del vaso en los restaurantes, ni ducharse en patas, ni sacarse la ropa para dormir en casa extraña. Reír de la tendencia a encontrar amantes con extravagantes records psiquiátricos.

Colgar las lamparitas chinas. Que produzcan el efecto de novela japonesa: En el país de la nieve, o algo así, de Kawabata.

A veces el Town tiene algo blanco.