Sunday, November 19, 2006

Los afanes domésticos

Rocinante se inundó. Como les comenté anteriormente el agujero que tiene en el techo colaba agua y en las últimas lluvias oscilaba entre el Niágara e Iguazú. Criptor y el Come Galletas insisten en tomarlo prestado para salir. Salir de compras al mercado quiero decir, que son nuestras únicas salidas townenses.

Pero en esta ocasión y para variar el tono melancólico de mis confesiones, no me estoy quejando. La falta de destinos hacia donde gravitar hace que me quede en la casa constantemente cultivando las sencillas artes domésticas que la ex presidiara Martha Stewart promueve y que una clase llamada FAC le intenta enseñar al Niño en algún colegio intermedio perdido en el Midwest.

Pan de guineo, galletas de mantequilla de maní, pie de limón. Estas son algunas de las delicias culinarias que confecciono para matar el tiempo y engordarlos a todos, aunque me informan que, de estos, el último no era precisamente delicioso.

Poner trampas de ratón por toda la casa, ensartando con cuidado un pedacito de salami y sujetando el resorte con la palanquita indicada. Colocar sigilosamente para que no salte encima de tus propios dedos. Aguardar el cadáver. Pagarle un dólar al Niño para que lo remueva. Un proceso lleno de intriga.

Lavar. Ese si que es todo un evento, porque implica el desplazo, aunque sea uno breve, cargada de detergentes y pantis sucios a casa de dos elegantes caballeros que viven en concubinato.

Perpetuo Socorro y Porfirio Díaz, las mascotas del Town, que se parecen a Rocinante por aquello de que pasan de mano en mano cada vez que llegan las vacaciones. Buscarle nana a Perpetuo Socorro o a Porfirio Díaz es uno de los retos más grandes que he tenido durante mi estadía en esta situción. Cambiarles el agua de las peceras, alimentarlos y entrenarlos para que algun día se ganen la vida en Sea World ocupan nuestro tiempo. Estamos hablando, respectivamente, de un pez y una tortuga.

Ser madre. Eso me toca los lunes. Tengo dos hijos ya crecidos a quienes no hay que cambiarles los pañales, pero hay que entretenerlos. Los hago parte de las otras actividades que les he mencionado y los ocupo con las cartas del Tarot, que han logrado cautivarlos. Si no, que vean Disney Channel.

Consumir psicotrópicos y desarrollar placenteras adicciones en la intimidad de tu hogar. Esta es una de las actividades que mas tiempo ocupan, ya que implica solicitarlos, esperarlos, recibirlos, pagarlos, consumirlos, disfrutarlos y recuperarse de sus efectos.

Cuando no me dedico a éstas fantaseo, que es lo que mejor se me da. Sueño con las cuevas del Sacromonte, sueño con la plaza de Coyoacan, sueño con islas tropicales donde hablan una dulce mezcla entre francés y creole, y me voy llendo. Me voy llendo, me estoy llendo, desde que llegué.