Friday, June 02, 2006

Los huesos siempre

Los huesos siempre me han traído problemas. Cuando pequeña tenía una pesadilla recurrente. Llegaba a lugares en donde solo había esqueletos andantes. Un día escuché a una de mis tías, quien es budista, que conversaba con mi mamá, quien es católica. Mi tía le decía a mi mamá que para zafarse de una pesadilla que tenía meditaba todas las noches antes de acostarse, mi mamá le decía que ella oraba. Así, según ellas, se les quitabana las pesadillas. Esa noche descubrí el sincretismo religioso. Rezaba la oración del carmelo, que me gustaba mucho, y hacía lo que para mí en aquel entonces era meditar (sentarme con las piernas cruzadas y cerrar los ojos). Las pesadillas de los esqueletos ambulantes desaparecieron. Sin embargo, con el tiempo, regresaron; aunque ya no eran esqueletos ambulantes, sino el único hueso externo: los dientes. Desde entonces he tenido todas las variables de pesadillas de dientes posibles en mi repertorio subconsciente. Mis huesos siempre han sido problemáticos. Heredé la dentadura de mi padre, con todas las repercusiones, y la debilidad osea de mi abuela materna, que sufre de artritis crónica. En una ocasión me rompí la pierna izquierda en dos pedazos y estuve enyesada por seis meses. Desde diciembre había tenido dolores muy fuertes en la rodilla derecha. En el Town, el generalista no había querido hacerme ninguna radiografía, pues estimaba que lo que me pasaba era que tenía la patela floja, es decir, me tachaba de vaga. Yo le decía, mire usted, yo bailo, corro bicicleta y me considero bastante activa, aunque claro está, paso muchísimas horas sentada leyendo y escribiendo en el ordenador, pero eso no justifica un dolor nacido de la nada sin trauma, puesto que el dolor me empezó de un día para otro. No hubo forma, me mandó a unas terapias físicas y me despachó. Fui tres veces más en el semestre y en todas le achacó mi dolor a la falta de ejercicio. Llegué a la isla hace unas semanas y el dolor regresó, no muy fuerte, pero está ahí. Como dentro de dos semanas me voy de viaje y pienso atravesar un gran tramo de tierra sudamericano a pie y con mochila, decidí resolver el enigma y hacerme un MRI en la rodilla. Mi plan médico del Town es bastante mediocre y los especialistas de acá no lo aceptan, sino que tengo que pagar y luego el plan me rembolsa. Sin embargo, si es una emergencia, me cubre un 80%. Así que fui a sala de emergencias y dije que me había lastimado la rodilla bailando salsa. Estuve desde las 9:00 a.m. hasta las 6:00 p.m. en la sala de emergencias de algún hospital lleno de emergencias en el cual para colmo habían escogido la mañana para hacer un simulacro de ataque bioquímico. Resulta que tengo líquido, un pequeño quiste y degeneración del menisco. Me gustaría restregarle el MRI en la cara al generalista del Town y decirle que es un mediocre, un negligente que ojalá y lo demanden, pero me alegra no poder hacerlo, porque eso significaría estar allí.