Se nos enferman todos a la vez. Isla, auto y Viejo. Así son las malas rachas, contagiosas. No conocen de ciudadanías, al menos no se puede uno quejar de que son racistas, a todos nos agarran igual.
Por lo menos el Viejo no es el mío, pero se llama igual. El auto es viejo y la Isla, no sé. No sé si la isla es joven o vieja. Diría yo que es niña adolescente, aunque ese discurso ya está demasiado masticado. No se que edad tiene, la isla. El auto tiene once años, el Viejo cincuenta y seis. Andaban bien hace una semana, aunque con los achaques de siempre, y de repente, así, todos cayeron enfermos. Un mal lunar, será, una coincidencia triste de las estrellas. La isla en coma, el Viejo malo y nosotros dos aquí, y no allá. Pensando. La presencia es necesaria, concluí, pero fui yo quien se quedó aquí, con el auto. Y el auto, ¿qué coños tendrá el auto?
Es un abuso de poder, le dije yo. Abajo el sistema. Algún sistema. El que no funciona.
Por lo menos el Viejo no es el mío, pero se llama igual. El auto es viejo y la Isla, no sé. No sé si la isla es joven o vieja. Diría yo que es niña adolescente, aunque ese discurso ya está demasiado masticado. No se que edad tiene, la isla. El auto tiene once años, el Viejo cincuenta y seis. Andaban bien hace una semana, aunque con los achaques de siempre, y de repente, así, todos cayeron enfermos. Un mal lunar, será, una coincidencia triste de las estrellas. La isla en coma, el Viejo malo y nosotros dos aquí, y no allá. Pensando. La presencia es necesaria, concluí, pero fui yo quien se quedó aquí, con el auto. Y el auto, ¿qué coños tendrá el auto?
Es un abuso de poder, le dije yo. Abajo el sistema. Algún sistema. El que no funciona.













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